Marrakech, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, es una ciudad llena de encanto, con una gran riqueza artística y cultural, y un entorno natural único. Es como un oasis en medio del desierto que atrae a visitantes de todos los rincones del mundo. Los colores, olores y sabores que sientas desde el mismo momento en el que bajes del avión te acompañarán siempre.
Cómo moverse
La opción más común para llegar a Marrakech es el avión sobre todo desde que compañías low cost han abierto rutas hacia la ciudad.
Una vez en Marrakech, la mejor opción para empaparse del ambiente y del estilo de vida es caminar. De hecho, las calles de la Medina son tan estrechas que los únicos vehículos que caben por ellas son las motos. Deberás estar atento mientras caminas ya que tendrás que esquivarlas en más de una ocasión, también a las bicicletas. Las calles son laberínticas y es fácil perderse. Cualquier persona te puede acompañar al lugar que buscas a cambio de una pequeña propina.
Para desplazamientos más largos, existe la opción de los taxis. La mayoría tienen taxímetro pero el taxista no suele encenderlo. Si al pedir que lo encienda, se niega, lo mejor que puedes hacer es coger otro taxi o pactar un precio con el conductor.
Qué ver y qué hacer
Marrakech no es una ciudad de monumentos propiamente dicha sino que toda ella es como un monumento. Aun así, hay varios lugares que no puedes perderte. La plaza Jamaa el Fna constituye el corazón y el alma de la ciudad. Aquí todo se mezcla: turistas, locales, encantadores de serpientes, dentistas callejeros, puestos de zumos naturales... Por la noche, la plaza cambia totalmente. Los tenderetes desaparecen y dejan paso a los puestos de comida, a los músicos improvisados, a los cuentacuentos. Cerca de la plaza, se encuentra la Mezquita Koutoubia, el techo de Marrakech, la más importante de la ciudad. No está abierta a los no musulmanes pero merece la pena acercarse a verla. La Medersa Ben Youssef es la más grande y más importante de todo el país y llegó a acoger a más de 900 estudiantes. Las Tumbas Saadíes son uno de los lugares más visitados de la ciudad y en ellas descansa la dinastía Saadí. Los Jardines Majorelle, propiedad de Yves Saint Laurent, son algo menos conocidos pero de una gran belleza. Asimismo, el Palmeral también merece una visita ya que posee un encanto especial.
El zoco es todo un espectáculo de color y olores y el juego de luces y sombras es impresionante. Lo componen numerosas callejuelas laberínticas. Merece la pena tomarse varias horas para recorrerlo.
Además, si dispones de tiempo, puedes escaparte un par de días fuera de Marrakech y visitar otros lugares interesantes como Essaouira, las cascadas de Ouzoud o pasar unos días en el desierto.
Eventos y fiestas típicas
No hay una fecha fijada para las fiestas religiosas musulmanas, varían cada año según el calendario lunar, así que conviene informarse antes de viajar.
El 30 de julio se celebra la Fiesta del Trono en conmemoración de la coronación del Rey y el 18 de noviembre se celebra el Día de la Independencia.
Durante la Fiesta del Cordero, cuya fecha es variable, las familias se reúnen en una de las fiestas más importantes para disfrutar del cordero.
De compras por
Al norte de la plaza Jamaa el Fna se extiende el Zoco que ocupa numerosas callejuelas laberínticas. Está dividido según los diferentes gremios y en él se puede comprar de todo: ropa, cuero, alfarería, especias, etc. Aquí, más que en ningún sitio, es tradición regatear. Al pasear por el zoco, no faltarán los vendedores que quieran captar tu atención. Si no te mantienes firme, es fácil caer en la tentación y salir del zoco con muchas más cosas de las que habías planeado. Además, encontrarás numerosas farmacias y herboristerías tradicionales que te ofrecerán remedios para todo tipo de males.
Qué se cuece en
La cocina de Marrakech combina siglos y siglos de historia. Además, las especias adquieren un gran protagonismo en la cocina. Los platos más típicos son el cuscús, el plato estrella de la cocina marroquí. También es muy conocido el Tajine, que se llama así por el recipiente en el que se prepara, de cordero, verduras o incluso de pescado. El Méchoui es carne de cordero a la brasa con especias y el Kefta son una especie de albóndigas alargadas de carne picada especiada. La Harira es una espesa sopa de cordero, garbanzos, tomate y otras especias.
El clima
En Marrakech, el clima es cálido la mayor parte del año con una temperatura media de 20º. Durante los meses de verano, el termómetro puede subir hasta los 40º mientras que, en invierno, la media es de 13º. La mejor época para visitarla es en primavera y en otoño cuando por el día hace un calor agradable y por la noche no baja tanto la temperatura.
Datos prácticos
Es aconsejable beber agua embotellada y tener cuidado con las bebidas con hielo, los zumos caseros de la plaza Jamaa el Fna y, en general, con la comida de puestos callejeros.
El regateo forma parte de las costumbres del país. Hay quien se siente incómodo con ello pero es una experiencia más del viaje. Además, no hay muchas más opciones si no quieres pagar el triple del precio real.
La mayor parte de viajeros no necesitan visado de entrada al país.
El idioma oficial de Marruecos es el árabe pero también se utiliza el francés. Además, el español está muy extendido y encontrarás sin problemas a quien lo chapurree. La moneda oficial es el dirham pero en la mayoría de sitios aceptan también el pago con euros o dólares.
Marrakech es una ciudad muy segura pero a veces puede que te sientas incómodo ya que las calles laberínticas y poco iluminadas pueden llegar a intimidar. Además, sobre todo en la Medina, se te acercarán sin parar para intentar venderte algo o llevarte a un restaurante / herboristería. Lo único que tienes que hacer es mantenerte firme y decir que no si algo no te interesa. A parte de eso, ningún problema.
Entonces...
Date el capricho y alójate en un estupendo Riad en la Medina para sentirte como un auténtico marajá en el corazón de Marrakech. Esta es una ciudad para saborear sin prisas así que siéntate en Jamaa el Fna y tómate un delicioso zumo de naranja natural mientras observas el ajetreo de la plaza.